miércoles, 8 de agosto de 2012

II



Y de pronto, me pareció ver a aquel inimaginable vagabundo chino allí mismo, entre la niebla, con aquel humor inexpresable en su rostro arrugado. No era el Japhy de la vida real, el de las mochilas y el estudio del budismo y las enloquecidas fiestas de Corte Madera, era el Japhy más real que la vida, el Japhy de mis sueños, y estaba allí sin decir nada.

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