viernes, 3 de julio de 2009

Solo un juego de muñecas.


Qué linda es la infancia!. Época en la que solo somos inocentes y creemos vivir en un cuento de hadas, piratas y duendes. Si estamos tristes, sólo hay que esperar a que lleguen los otros niños, jugamos la carrera desde la puerta de casa hasta aquellos árboles de la casa vecina, y adiós tristeza. Y si estamos felices? Un simple juego de muñecas y contagiamos nuestra sonrisa a las otras niñas. Pero cuidado… por que ella va a querer el mejor vestido para su muñeca y ahí empezarán a pelear. Y devuelta estás tristes. Pero eso no es nada que una golosina de la abuela no pueda curar. Y si jugamos a la soga en el patio?. 1, 2, 3… el último en llegar tiene cola de perro. Corramos, corramos, corramos en libertad. Cantemos mientras saltamos. El juego de la soga es mi preferido… hasta que salté antes de tiempo, me enredé con la soga y caí. Mi rodilla empieza a sangrar, mis lágrimas a caer, y mamá que me escucha desde la cocina corre preocupada. Sólo cúrame mami, quiero volver a jugar. Ella pone una venda en mi pierna y besa mi rodilla. Y yo vuelvo al patio. Y si ahora jugamos a la pelota?. Los niños siempre son muy brutos con nosotras. Dicen que no podemos patear bien el balón. Vamos a mostrarle de qué somos capaces. Quiero patear. Tomo carrera para hacerlo fuerte. Acá voy. Oh no! Las plantas de mamá. Ella va a matarme. Rompí su jarrón favorito y destrocé de un pelotazo las rosas del jardín. Qué hago?. Escucho un auto llegar. Sí! Es papá. Corro hacia él, y me toma con sus brazos elevándome al cielo y me regala una sonrisa radiante manifestando lo contento que está de llegar a casa después de una jornada agotadora de trabajo. Cómo está tu día princesa?. Pregunta él mientras me baja de sus brazos. Yo sólo contesto que estaba todo mal, hasta que él llegó. Interrogó sobre mi malestar, y yo algo avergonzada le dije lo que pasó con el jarrón y las plantas de mamá. Él solo rió y me juró que iba a repararlo.
Así se pasaban los días en aquellos años. Entre muñecas y juegos de pelota. Entre golosinas y cuentos antes de dormir. Y hoy ya nada es cómo antes lo era. Papá ya no está, y mamá deja que aprenda sola, dice que ya tengo la edad de cuidarme yo misma. Ya soy grande. Y ahora… si algo sale mal no hay niños a quién culpar, no hay padres que regañarán. Ya no queda nada. Solo yo, mi vida y el mundo. Lo que yo decida para mi vida y lo que la vida decida para mi.