martes, 12 de octubre de 2010

Toma tiempo darse cuenta.



Cuando Sabah viajó no lo pudo sentir, pero el increíble mundo se reproducía en la ventana del automovil. Claro que no lo pudo sentir, estaba ansiosa por llegar rápido a destino, ansiosa por el paso rápido del tiempo, y ansiosa por volver rápidamente a casa. Quería que se pasara rápido. Tan rápido que no tuviera ni tiempo para poder observar esa estrella fugaz que recorría el cielo del campo. Sabah ignoraba las notables diferencias entre esa bóveda azul oscuro que cubría el campo y aquella otra pobre de estrellas que cubría la cuidad. "El cielo es el mismo, acá en el campo, en la cuidad, o en la China. Es cielo, es siempre igual".


Toma tiempo darse cuenta.

El tiempo pasó, así comos algunos accidentes. Sabah no volvió a viajar, pero cada pequeño viaje entre las calles de su cuidad son como una aventura para ella. No necesita estar en el campo para nutrirse de vida con el viento, o para sentir las cosquillas que los rayos del sol a su piel le proporciona, o para contemplar la belleza de unas pocas estrellas que decoran el cielo de la cuidad. Extrañaba el cielo del campo y estaba segura de que si hoy en día lo volvería a ver, ese cielo no sería el mismo, tendría otro significado. Y también las estrellas del campo, que si bien son las mismas que las estrellas de cuidad, brillan con más intensidad. Sabah tuvo que cambiar, porque Sabah entendió que estaba viviendo. Se dio cuenta que algo de tiempo se le escurrió entre los dedos, pero también era consciente que tiene algo de tiempo más. Sabah quiere viajar.







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