lunes, 26 de abril de 2010

camino a la libertad iii

Con casi 30 años decidió casarse con la muchacha de cabellos negros y se mudaron a una pequeña casa, en la que pasaban hambre y frío puesto que ni cama para dormir tenían. Al cabo de un tiempo los estudios de la joven de cabellos negros se vieron interrumpidos con el descubrimiento de que llevaba vida en su vientre. La noticia fue tomada con mucha alegría pero con miedo a la vez. Ser padres significaba una gran responsabilidad, y no sabían si estaba preparados para tomarla cuando el dinero del trabajo de él no alcanzaba ni para dos. Aquel joven especial estaba preocupado. Nada le importó cuando en la primer semana de abril del 91 una hermosa niña de ojos grises y cabellos color bronce lo miró a los ojos. En el mismísimo instante en que la vio, él se enamoró. Y era tanto su amor, que ella inspiró las palabras que él convirtió en canción. Ver sonreír a su hija llenaba de alegría cada espacio vacío de la casa. Y el hambre y el frío pasó a un segundo plano. Él disfrutaba la vida, aunque el trabajo se adueñó de sus horas, disfrutaba cada segundo que pasaba con sus dos amores, disfrutaba de los pocos momentos en los que subía al techo en dónde la inmensa bóveda celeste cubría su cabeza y lo inspiraba.

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