lunes, 26 de abril de 2010

camino a la libertad iv

El hambre y el frío volvieron a ser primera plana cuando la joven de cabellos negros quedó embarazada por segunda vez. Él joven especial estaba aturdido. Si bien la experiencia de ser padre nutría su alma se sentía angustiado tener que alimentar otra boca cuando el pan escaseaba en la casa. Y la niña de pocos meses empezó a sentir los celos al no ser más la protagonista de la casa, sus ojos se volvieron oscuros al igual que su cabello. Planearon un viaje al pueblo natal del joven, su padre no se encontraba bien. Llegaron a la casa en la que él creció y abrazó a su familia que hacía tiempo que no veía. Vio a su padre, pero sus manos temblaban exageradamente, signo de que algo andaba mal. Pasaron poco tiempo en el pueblo y volvieron a la cuidad, él joven especial tenía trabajo que cumplir y el embarazo de la joven de cabellos largos estaba llegando al final. Una triste mañana la noticia de que su padre partió hacia el cielo le ennegreció los días, pero no lo tomó desprevenido. Sabía que su deber era salir adelante, tenía un apellido que cuidar y un ejemplo que dar a su niña y a la que venía en camino. Él era especial.
La salud de la joven de cabellos negros empeoró para el otoño del 92, y los problemas cardíacos se hicieron presentes. Ese fue el precio que tuvo que pagar al traer al mundo a otra niña, de mejillas que parecían algodones y ojos color esmeralda. Él joven especial tenía otra musa que lo inspirada, pero él seguía enamorado de su primer niña. Unos pocos años han pasado, entre viajes al pueblo natal del joven, domingos en casa de los abuelos, juegos de muñeca, canciones y paseos sobre el techo.

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