Con sólo dos décadas de vida, rompió la cadena que mantenía sus pies en el pueblo y se echó a la carretera en busca de un destino.
Él era especial.
Llegó a los suburbios de la gran cuidad echando de menos a su padre, a su madre, y a la cantidad de hermanos que dejó en su pueblo, pero feliz de tener una absoluta libertad siendo un chico todavía.
Los rasgos de adultez se hicieron presentes en su espíritu y empezó a trabajar.
Tenía su hogar en el trabajo, pero aún así, decidió que era tiempo de terminar sus estudios.
Así que le regaló sus noches de verano al instituto.
Él era especial.
Acudía al instituto con una mochila, un solo cuaderno y un solo lápiz.
Pero en el otro hombro llevaba su guitarra.
Quiso impresionar a sus compañeros con una canción conocida, pero por alguna extraña razón la letra se borró de su memoria.
Entonces aquella chica, 7 años menor, cantó con él.
Poco a poco, tuvo una musa inspiradora para crear canciones.
Calló enamorado de la muchacha de cabello negro y rostro alargado.
Ellos eran especiales.
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