miércoles, 8 de agosto de 2012

IV


-Japhy -dije en voz alta-, no sé cuándo nos volveremos a ver o lo que sucederá en el porvenir, pero el Desolación, el Desolación... ¡No sabes lo que debo al Desolación! Gracias, te estaré agradecido siempre por guiarme hasta este lugar donde lo he aprendido todo. Ahora ha llegado el triste momento de volver a las ciudades y soy un par de meses más viejo y existe toda esa humanidad y los bares y los espectáculos y el amor valiente, todo cabeza abajo en el vacío. ¡Dios lo bendiga todo! Pero Japhy, tú y yo lo sabemos para siempre.

¡Oh, juventud eterna! ¡Oh, eterno llorar! -Abajo, en el lago, aparecieron reflejos rosados de vapor celestial y dije-: ¡Dios mío, te amo! -Y volví la vista al cielo y sentí de verdad lo que decía-. Me he enamorado de ti, Dios mío. Cuida de todos nosotros. No importa como sea.
 

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