domingo, 27 de marzo de 2011

la voz de una generación



He visto las mejores mentes de mi generación destruídas por la locura. Hambrientas, histéricas, desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en buscar de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna. ¡Qué pobres y harapientos... y ojerosos y drogados, pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra, que fueron expulsados de las academias por locos y por publicas odas obscenas en las ventanas de las calaveras, que se acurrucaron en ropa interior en sus habitaciones sin afeitar quemando su dinero en papeleras y escuchando el terror a través del muro, que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando de Laredo con su cinturón de marihuana hacia Nueva York, que comieron fuego en hoteles de pintura y bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche, con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y cocaína y bailes sin fin...
allen ginsberg

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