martes, 21 de diciembre de 2010

El amor no se duda, ni se supone, y tampoco se predice.

Creo que pocas (nulas) veces vine acá a hablar de amor. Será por mi forma de pensar que respeto al amor en su forma y no le pongo su disfraz a pequeñas atracciones físicas.
Escucho un coro de voces hablar de pureza, de amor en estador puro y meditando llevo mi mente a un terreno inexplorado por mis razonamientos. ¿Cómo dar detalles de la pureza y describir al amor en ese estado sin conocerlo?.
El amor en estado puro, líquido como la miel, sin ningún agregado no lo vamos a sentir por aquél chico que conocimos en una disco, o porque ese chico al igual que yo prefiere el color azul por sobre todas las cosas, o por esa mujer con cuerpo tallado por dioses, o por esa chica que no distingue el continente Americano del Africano, pero que perfectamente sabe cómo convinar un vestido color siena. No.
Y lo más raro del asunto es que el amor está en cada partícula de oxígeno que respiramos. Pero para sentirlo hay que estar ubicados en un momento y en el lugar determinado teniendo por seguro que aquel alma que tenemos enfrente sienta que está parado en el mismo lugar viviendo el mismo momento con vos. Cosa difícil de conseguir. Pero estoy segurísima que las cosas son así.
El amor no se duda, ni se supone, y tampoco se predice. El amor es, porque si. Y el primer paso para poder amar puramente a alguien radica en amarse enteramente a uno mismo.

No hay comentarios: