jueves, 13 de mayo de 2010

1932



Nunca sentiste gusto a mentira en los besos,
nunca sentiste innecesario llenar tus pulmones de oxígeno,
nunca creíste que todos olvidamos tu nombre,
nunca sentiste que Dios te ignoraba.
Sólo caminaste sin importar el clima,
atravesaste el más peligroso bosque,
peleaste con el más oscuro obstáculo,
seguiste aunque todos se quedaron,
y no te detuviste a derramar lágrimas,
ni perdiste tiempo pensando planes B,
seguiste con la fortaleza y la humildad cargada en tus hombros.
Y todavía tenés tiempo para estar a mi lado.
Yo sé que en la primavera de 1932 Dios estaba de muy buen humor.

No hay comentarios: