jueves, 23 de agosto de 2012



(…) y a la suave luz de mi lámpara se desplegaban delante de mí las palabras inmortales de Tom Wolfe que hablaban de los “climas” de América. (…) No sentía la necesidad de imitar lo que decía, se limitó a revelarme que América era un poema en lugar de un lugar donde luchar y en el que sudar. Básicamente, ese poeta americano de ojos oscuros hizo que quisiera ponerme en marcha y ver la América auténtica que estaba esperándome y que “nunca había sido contada”.


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