domingo, 8 de abril de 2012

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Se levantó sintiéndose ajena. Ajena a su historia, ajena a su pasado, ajena a las personas que rodeaban su vida. Hoy era parte de nada de lo que fue. Sólo sintió el presente fluir entre el viento, sintió el tiempo y el espacio haciéndose uno entre el agua que corría entre sus pasos. No había tiempo ni lugar para los problemas. Sólo existía ella y cientos de millones de realidades paralelas, que tenía en cuenta pero ignoraba de igual forma porque ya no importaban. Llegó a la conclusión de que todo es transitorio. La vida, la muerte, los problemas, el infierno, el paraíso, la soledad, el vacío interior, todo todo pasa menos algo. Quizás sea el amor por el aire que llevaba tatuado en el alma.
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