miércoles, 14 de septiembre de 2011

SUTRA DEL GIRASOL



Caminé por las orillas del muelle de latas y bananas y me
    senté bajo la sombra enorme de una locomotora de la
    Southern Pacific para mirar el atardecer sobre las
    colinas con casas como cajas y llorar.
Jack Kerouac se sentó junto a mí sobre un ruinoso poste de
    hierro herrumbrado, compañero, pensábamos los mismos
    pensamientos del alma, sombríos y desolados y con ojos
    tristes, rodeados por las nudosas raíces de acero de 
    los árboles de maquinarias.
El agua aceitosa del río reflejaba el cielo rojo, el sol se
    hundía sobre la cima de los últimos picos de Frisco,
    ningún pez en esa corriente, ni ermitaño en esos
    montes, sólo nosotros con ojos legañosos y resaca como
    viejos vagabundos en la orilla del río, cansados y 
    astutos.
Mira el Girasol, dijo él, había una muerta sombra gris
    contra el cielo, grande como un hombre, alzándose
    seca sobre un montón de aserrín antiquísimo...
-Subí hechizado atropelladamente... era mi primer girasol,
    recuerdos de Blake... mis viviones... Harlem
e Infiernos de los ríos Orientales, puentes
    traqueteantes Sándwiches Grasientos de Joe, cochecitos
    de bebés muertos, neumáticos negros lisos olvidados y
    sin recauchutar, el poema de la orilla, condones &
    cacharros, cuchillos de acero, nada inoxidable, sólo
    el barro frío y húmedo y los artefactos filosos como
    navajas yendo hacia el pasado...
y el Girasol gris en suspenso contra el atardecer,
    crepitantemente sombrío y polvoriento con el tizne y
    el smog y el humo de las locomotoras antiguas en su
    ojo...
corola de púas empañadas dobladas y rotas como una corona 
    aporreada, semillas caídas en su cara, boca pronto
    desdentada de aire soleado, rayos de sol obliterados
    sobre su cabeza peluda como una reseca telaraña de
    alambre,
hojas abiertas como brazos que salen del tallo, gestos
    de la raíz de aserrín, pedazos rotos de yeso
    caídos de las ramitas negras, una mosca muerta en
    su oreja,
¡Qué vieja cosa impía aporreada eras, girasol mío Oh alma
    mía, te amé entonces!
La mugre no era mugre de hombre sino muerte y locomotoras
    humanas,
todo aquel ropaje de polvo, aquel velo de oscurecida piel
    de ferrocarril, aquel smog de la mejilla, aquel
    párpado de negra desdicha, aquella mano tiznada o falo
    o protuberancia de algo artificial peor que la 
    suciedad... industrial... moderno... toda aquella
    civilización salpicando tu loca corona dorada...
y aquellos lúgubres pensamientos de muerte y polvorientos
    ojos sin amor y remates y raíces marchitas debajo, en
    el montón-hogar de arena y aserrín, billetes de a
    dólar de caucho, piel de maquinaria, las tripas y
    entrañas del auto sollozante medio ahogado, las
    solitarias latas vacías con sus lenguas oxidadas, las
    qué más podría nombrar, las cenizas ahumadas de algún
    cigarro pija, las conchas de las carretillas y los
    pechos lechosos de los autos, culos gastados de
    sillas & esfínteres de dínamos... todos estos
enredados en tus raíces momificadas... ¡y tú allí erguido
    ante mí en el atardecer, toda tu gloria en tu forma!
¡Un girasol de belleza perfecta! ¡una existencia de
    girasol perfecta excelente encantadora! ¡un ojo dulce
    natural para la luna nueva hip, despertado vivo y
    excitado aferrando en las sombras del atardecer la
    dorada brisa mensual del amanecer!
¿Cuántas moscas zumbearon a tu alrededor inocentes de tu 
    mugre, mientras maldecías los cielos del ferrocarril
    y tu alma de flor?
¿Pobre flor muerta? ¿cuándo olvidaste que eras una flor?
    ¿cuándo miraste tu piel y decidiste que eras una vieja
    y sucia locomotora impotente? ¿el fantasma de una
    locomotora? ¿el espectro y la sombra de una loca
    locomotora americana en otros tiempos poderosa?
¡Nunca fuiste una locomotora, Girasol, fuste un Girasol!
Y tú Locomotora, eres una locomotora, ¡no olvides lo que te 
    digo!
Así que arranqué el girasol esquelético y lo puse a mi lado
    como un cetro,
y pronuncio mi sermón para mi alma, y también para el alma
    de Jack, y para la de todo aquel que quiera oírlo,
-No somos nuestra piel de mugre, no somos locomotoras
    sombrías polvorientas sin imágenes, somos girasoles
    dorados por dentro, benditos por nuestra propia
    semilla & peludos desnudos cuerpos-esplendentes
    que crecen hasta ser locos girasoles formales en el
    atardecer, espiados por nuestros propios ojos bajo la
    sombra de visión loca locomotora orilla del río
    atardecer Frisco empinada colina de latas sentados en
    el anochecer.
Berkeley, 1955

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