sábado, 9 de julio de 2011

¿Cuántas veces amanecemos pensando en lo doloroso que es amar a alguien? ¿Cuántas veces lloramos porque no entendemos las caminos que nos hace tomar el amor? ¿Cuántas veces creemos que el miedo a arriesgar atenta con nuestra búsqueda del amor ideal? Seguramente muchas. Lo que nunca nos detenemos a pensar es que le reclamamos demasiado al amor, lo tildamos de doloroso, de injusto, le preguntamos muchas cosas y él nunca responde. ¿Será quizás porque no lo estamos experimentando? Hablamos de seducicción, de sexo, de conquistas, de enamorarse a primera vista, hablamos de tantas cosas y creemos estar hablando de amor. Nos olvidamos de llamar las cosas por su nombre, o no queremos hacerlo. El amor jamás podría hacer sufrir a alguien. El estar enamorado y no ser correspondido duele, pero el amar a alguien sin que esa persona te ame no duele. Porque si estamos hablando de amor genuino, estamos hablando de amar sin esperar algo a cambio. Esa es la razón por la que amar nunca duele. También solemos hacer que parezca complicado, no hay mucha dificultad en amar. El que llora, sufre, y se queja por amor no sabe nada del amor. Amor, amor, amor hay en la sonrisa de un padre, en las palabras de un abuelo, en los brazos de un amigo, en la sinceridad de un amante, en las tardes con un hermano. Ahí hay amor. Y del que no duele y es verdadero. En el amor no hay dudas, en el amor no se supone. Tampoco se toma mucho tiempo para tomar decisiones. No te estafes a vos mismo, no ensucies ni le hagas mala fama al amor, después del oxígeno es lo que nos mantiene vivos.


No hay comentarios: