sábado, 2 de abril de 2011

Estas son palabras de un alma cansada. Presa de un dolor de cabeza proveniente de aquellas cosas que no fueron dichas, que se acumularon en algún rincón de mi, y tomaron forma puntiaguda. Rehén de tu veneno, esclava de tus injustas decisiones, militante de tu gobierno autoritario. O todo eso qurés que sea, pero tengo mucha dignidad, o principios firmes. No me veas como otra rebelde. Mi pecado no es la soberbia, ni el egoísmo. El hecho de no dejarme pisar no me convierte en todo eso. Estoy cansada de que me veas como vos querés, cómo otro concepto inventado y creído por vos sólo por tu conveniencia. Somos grandes, y sobretodo personas. Pero el papel de víctima te calza a la perfección. Oh, pobre alma solidaria y sincera, no... no estoy hablando de vos. Estoy hablando de las cabezas que te cargaste a lo largo de tu vida. De todo lo que destruíste. Hoy estoy enojada, o lo estoy silenciosamente eternamente. No vas a poder conmigo. No quiero leer esto porque lo voy a querer borrar, o arreglar. Y quiero dejar el espíritu intacto de mis sentimientos. Y si no es estéticamente atractivo, me lo paso por el culo.

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