sábado, 6 de marzo de 2010

Walden, la vida en los Bosques


Si yo conociera un hombre tan sabio que pudiera enseñarme la pureza, iría a buscarle inmediatamente. El Veda declara que el gobierno de nuestras pasiones y de los sentidos externos corporales, así como las buenas acciones, son indispensables para el acercamiento de la mente a Dios. Pero el espíritu puede, con el tiempo, embeber y gobernar todos los miembros y funciones del cuerpo y convertir en pureza y devoción aquello que por la forma es la sensualidad más grosera.

Todo hombre edifica, según un estilo puramente propio, un templo que se llama su cuerpo para el Dios a quien adora, y no puede escaparse de ello poniéndose a martillear el mármol. Todos somos escultores y pintores, y los materiales que empleamos son nuestra propia carne, sangre y huesos. Cualquier nobleza comienza enseguida a refinar los rasgos del hombre, cualquier bajeza o sensualidad empieza a embrutecerlos. (...)

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