Me escuché tanto que me asusté, y de asustarme me aburrí, y ahora pateo lejos los milagros personales, y ni ganas tengo de que se vuelvan colectivos. Los veo alejarse y quedar colgados entre la luna, lejos, bien lejos. Pero de tanto escucharme, me conocí y por eso me anticipo. Cuando corra agua por la tierra seca llamaré de urgencia a los milagros y vendrán a clavarse en el suelo como semillas. Sueños.