martes, 21 de diciembre de 2010

peco de quejosa



Puedo pecar por quejarme de todo. O por lo menos de todo lo realmente importante para un alma que vive en el Universo pero físicamente tiene los pies bien firmes en la Tierra. Puede ser esa la razón de mi soledad. Es que verdaderamente el motivo de mis quejas no es hacer una crítica constructiva de la realidad sólo porque yo la veo así. No. Sólo soy otra soñadora más, que esconde su disconformidad con el pensamiento de la mayoría entre simples palabras deseando algún día encontrar algún otro humano, vivo, con la humildad suficiente para reconocer que no somos nada en el mundo. Y el Universo lo es todo.

El amor no se duda, ni se supone, y tampoco se predice.

Creo que pocas (nulas) veces vine acá a hablar de amor. Será por mi forma de pensar que respeto al amor en su forma y no le pongo su disfraz a pequeñas atracciones físicas.
Escucho un coro de voces hablar de pureza, de amor en estador puro y meditando llevo mi mente a un terreno inexplorado por mis razonamientos. ¿Cómo dar detalles de la pureza y describir al amor en ese estado sin conocerlo?.
El amor en estado puro, líquido como la miel, sin ningún agregado no lo vamos a sentir por aquél chico que conocimos en una disco, o porque ese chico al igual que yo prefiere el color azul por sobre todas las cosas, o por esa mujer con cuerpo tallado por dioses, o por esa chica que no distingue el continente Americano del Africano, pero que perfectamente sabe cómo convinar un vestido color siena. No.
Y lo más raro del asunto es que el amor está en cada partícula de oxígeno que respiramos. Pero para sentirlo hay que estar ubicados en un momento y en el lugar determinado teniendo por seguro que aquel alma que tenemos enfrente sienta que está parado en el mismo lugar viviendo el mismo momento con vos. Cosa difícil de conseguir. Pero estoy segurísima que las cosas son así.
El amor no se duda, ni se supone, y tampoco se predice. El amor es, porque si. Y el primer paso para poder amar puramente a alguien radica en amarse enteramente a uno mismo.

Cartas con destino al cielo I

Dios, Jesus, Universo, Buda, Alá, Perfección o Papá:

Escribo una carta y la mando al cielo suponiendo que alguno de ustedes la recibirá. Quería hablar un poco del presente y no encontraba la persona o cosas adecuada para hacerlo pero en fin, acá voy.
Otra vez es fin de año. Y el año no es lo único que se acaba. La década también. Por más que muchas cosas van quedando atrás hay otras que parecen que están para quedarse. Pareciera que algunos actos se hicieron costumbre en las sociedades occidentales. Tengo una duda. Las personas que no siguen esas costumbres, ¿tienen que pedir perdón?
Quisiera saber en qué parte de la historia se perdió el respeto por los demás. O la falta de consideración. Esto es terrible. Y no quisiera abarcar el tramo correspondiente a los derechos del individuo, porque ese tramo está en falla desde el mísmisimo día que se crearon las constituciones.
Todo me lleva a pensar que el hombre está creando alguna máquina que se 'ponga en el lugar del otro' porque mucho interés en realizar este simple acto no tiene.
Pá... fuiste lo más perfecto que pude conocer, y trato y trato de no medir a las personas con tu escala moral. Y por más que lo logro sus almas parecen tan sucias. Lastimar y mentir se hizo un hábito hoy en día. Y la sangre derramada con cada herida se festeja como si de agua bendita se tratara. Dios, Pa, Buda, ¿alguien me escucha ahí?. Yo no quiero ser así. Pero no ser así implica que viva marginada de la sociedad, encerrada en mí misma, y ese lugar, debo decir... es tan solitario.
¿Qué puedo pedir para esta Navidad? Un poco de paciencia, algo de tolerancia, y sobretodo coraje para poder ver al mundo caerse y no asustarme e irme con él.